miércoles, 26 de junio de 2013

La jungla ártica



Una mano pequeña y casi invisible riega las dos plantas del balcón, y en ese instante, cuando el vasito de agua esta a punto de vaciarse incluso de su propio cristal, aparece clara la costumbre de despertar al tiempo en un rompehielos.Entonces todo se detiene y es imposible avanzar del mismo modo que todos los días. Hay que descender sobre el hielo o negociar otra piel con las ballenas. Las manos desaparecen de la barandilla con el viento helado y el balcon permanece mudo sobre una plataforma blanca e infinita mientras el verde de las hojas, allá lejos, en las junglas de las macetas, captura incólume la luz del sol.

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