lunes, 30 de abril de 2012

the hood


En las selvas más remotas se encuentran escondidos secretos y tesoros inimaginables, criaturas sorprendentes y,también,cómo no, las amenazas más terribles. Sumérjase hoy en el misterio con una de las aventuras más escalofriante de LA CAPUCHA.




1.-La selva muere. La vegetación esta infectada por mordiscos que salen de sus propias sombras.Los animales intentan escapar de su rostro, el cual misteriosamente ha sido transformado en líquido y, derramado, atraviesa la tierra hasta su centro donde permanecen girando sin parar en torbellinos de magma.

2.-La capucha recarga su poder de energía cristalogámica. Descargas violaceas pasan de las extrañas rocas a su piel y le atraviesan con el mensaje que no han cesado de repetir los TAM TAM: la selva está en peligro.

3.-Mientras tanto unos ojos monstruosos avanzan flotando en el aire inflamando el verdor de los árboles con rayos invisibles y mortíferos.


1.-La selva entera resuena con su nombre: ¡hood,hood,hood!. ¡Era hora de cumplir con el antiguo juramento! 

2.-La capucha no se había enfrentado jamás a una maldad como aquella.La mirada de la criatura lanzaba olas de puro odio capaces de destruir cualquier cosa que tocasen.

3.-Quizá el poder de los cristales no fuera suficiente...Pero no se encontraba sólo, la tribu del barro, los únicos a quienes el poder de la bestia no había afectado aún, surgió de la tierra que había detrás suyo y se unió a la batalla.


1.-La capucha siente cómo la energía del cuerpo de su portador se agota...es necesario llevar a la criatura hacia los cristales Ogam para intentar una última treta.

2.-Cae la noche. La espesura respira pesadamente. La selva está a salvo.


domingo, 29 de abril de 2012

Mar de nubes






sábado, 28 de abril de 2012

Paseos con un sombrero y final


Paseos con un sombrero 10

 

Paseos con un sombrero 9


Paseos con un sombrero 8

 

Paseos con un sombrero 7


Paseos con un sombrero 6


Paseos con un sombrero 5


Paseos con un sombrero 4


Paseos con un sombrero 3




Vida después de una pequeña tormenta










lunes, 23 de abril de 2012

El fantasma final






Para los seres humanos era una sombra. Para los fantasmas un destructor.

Para aquellos que han ahuyentado a la muerte tan solo queda un lugar en el que poder desaparecer. Durante un tiempo compartí camino con un viejo amigo. Llegado el día, nuestros pasos, como no podía ser de otro modo, nos alejaron. Aún recuerdo el momento. El calor del otro desvaneciendose a medida que  cada uno se adentraba en un extraño silencio singular. Después, sólo el aullido de aquella inmensidad blanca.

domingo, 22 de abril de 2012

La chica que desaparecía












Paseos con un sombrero 2


Desde donde tú no estás


sábado, 21 de abril de 2012

Yo también conocí a Drácula

No es necesario ni adecuado exponer las circunstancias que me llevaron a estar presente en el lecho de muerte de Bram Stoker, ni hablar con claridad del porqué de  la misión que, agonizante, me encomendó con la entrega de un legajo hoy condenado al fuego por su propia voluntad. Sólo diré que de todo lo necesario lo que mas trabajo me costó encontrar, más que los espejos venecianos adecuados , fue aquella tintura antigua capaz de absorber por completo la luz residual del pasado. Cuando aquel ser volvió a la vida, lleno de asombro y titubeante, me miró aterrado durante un breve instante, sus ojos brillaron de inmediato con ferocidad, como si hubiera recordado fugazmente quién era y desapareció como una sombra rasgada entre la oscuridad de las ruinas. Días después, mientras ardía el último testamento de Stoker, rodeado del silencio y la noche  de aquella playa despejada, pensaba en la criatura, y tuve la extraña certeza de que muy pronto volveríamos a encontrarnos. Y así fue.

viernes, 20 de abril de 2012

Paseos con un sombrero 1


El fondo de ningún mar



jueves, 19 de abril de 2012

Sombra de invierno


Ahora, a cada paso, cada huella se extinge al contacto  con el hielo. La sangre ha dejado de brotar de la herida helada y fluye hacia el interior. La ventisca arranca el calor de los cuerpos pero la vida aún resiste en la mirada clara y salvaje. En unas horas esos ojos se sumergirán en un lago de aguas densas  y un  latido final resonará apenas audible en una insignificante onda acuática que propagará  sus últimos límites hacia una inmensa planicie sin color. La nieve cubre el silencio. Ahora es cuando todo es absolutamente blanco, justo ahora... ahora respira el invierno.

Recuerdo en la nieve

martes, 17 de abril de 2012

Noche de fiesta

Encuentros en el ático

domingo, 15 de abril de 2012

Hoy parece que llueve

viernes, 13 de abril de 2012

El rostro bajo el mar

Hay tempestades que no tiene nombre, fuerzas terribles anidadas en el mar que ningún lenguaje humano puede abarcar ni describir y cuya experiencia transforma de por vida a quienes, de algún modo, sobreviven a su encuentro.



 Un horror sin nombre se había apoderado hacía lustros de aquella pequeña villa marinera y paseaba como una espesa niebla invisible bajo la vida cotidiana de sus estrechas calles. Todo marinero que había sobrevivido a la tormenta regresaba sin vida propia, vaciado de todo aquello que fue, y, mudo, ciego y sordo a sus propios sentidos, deambulaba por las calles cómo una horrible marioneta, percibiendo la vida y las pasiones humanas para algo voraz que desde la profundidad abisal lo manejaba mediante finísimas agujas de dolor. Sus ojos, sus bocas, sus gestos, respondían de algún modo extraño a los acontecimientos y sucesos de los días, muertes y nacimientos, tragedias y alegrías, e incluso en ocasiones hacían algún intento vano de comunicación: bocas abriéndose y cerrándose en una agonía de pez recién pescado luchando por emitir algún sonido. Una lejana fatiga se apoderaba pronto de ellos y pasaban el resto del día en el puerto y los acantilados mirando el mar lánguidamente. A veces caminaban sonámbulos durante horas hacia playas olvidadas cuya existencia todo el mundo temía y allí, ya inútiles, de algún modo desaparecían para siempre.





Aquella tarde seguí a tres de ellos. La ola apareció de la misma superficie del mar calmo, como si existiese en su leve resaca otro mar invisible atrapado en la furia y la desesperación de una tormenta eterna. Arrancó a los tres hombres de este mundo de un solo y certero bocado. Al instante me percibió a mi también y se giró a la velocidad de una serpiente como un monstruoso cuello líquido e invertebrado. Durante un instante me contempló indecisa, entonces su boca vibró de forma odiosa y volcándose con todo su empuje  sobre mi, me engulló.




Nunca me había enfrentado a un fantasma como aquél. Entremezclada con el agua oscura de aquellas profundidades una sustancia blanca y translúcida giraba sin cesar en una agonía furiosa, dando forma sin éxito a algo que deseaba ser un rostro humano, una gigantesca cara borrosa y vacía que anhelaba ver, oír, sentir y respirar y que, de algún modo, se había apoderado de los sentidos muertos de cientos de ahogados para  poseer a los vivos y alimentarse de ellos. Utilicé el poder blanco para hacer desaparecer mi propio rostro y  cuando la inmensa pared de roca blanca que lo sostenía apareció ante él, le mostró que su patético intento de vida nunca sería nada, y comprendió. Detuvo su giro con una tristeza infinita y entonces, lentamente, como un animal amaestrado, se dejo absorber. La oscuridad se hizo total y todo lo sepultó en su fondo. Cuando regresé a la playa había anochecido. Sentado en la arena, mientras mi traje se secaba, le mostré la luna y las estrellas.







martes, 10 de abril de 2012

Heridas de una tempestad







 

lunes, 9 de abril de 2012

Una canción en la noche

El grito producía algo aún más extraño que el miedo, esa es la conclusión a la que, sin haberlo escuchado todavía personalmente, las descripciones de los vecinos me conducían. La sensación era unánime y demasiado singular como para tratarse de un fraude. Un contorno de mujer, una diminuta boca abierta monstruosamente recortada contra la luz mortecina que escapaba a la noche de una ventana de posición cambiante situada en el ala oeste de la vieja mansión. Un lamento inhumano apenas audible que penetraba en el cerebro como el viento, cortando nervios desconocidos y coagulándose en una única emoción indescriptible más aterradora que el miedo, y que no  daba como resultado grito alguno de espanto humano sino una solitaria lágrima de horror concentrado que rezumaba del ojo, atrapado en aquella figura. La lágrima era  extraída lenta y cuidadosamente  por el timbre del lamento del fantasma para finalmente ser arrancada con voracidad por la garra de un repentino y absoluto silencio. Cuando el encuentro acababa generalmente la figura desaparecía de pronto y la luz de la ventana se apagaba muy lentamente hasta desparecer como si nunca hubiera existido. La victima extenuada describía entonces su estado con la sensación de la pérdida enorme de algo íntimo que ya no se encontraba ahí.




Esa misma noche esperé junto a la mansión. Mientras el sol se hundía en su abismo las sombras de la luna comenzaron a devorar el musgo y la hiedra que cubría la antigua piedra. Horas después apareció la ventana en la espesa sombra de la fachada, sin embargo la silueta surgió más alejada de lo que esperaba, y su canto llegó pronto, pero desde un infinito inesperadamente tímido. Algo penetró en mi cráneo como un hilo infinitesimal y , haciéndose aún más delgado, invadió regiones ignotas de la vida que me sostenía, buscando alimento, ávido, hambriento, bestial. Cuando aquello sintió que no se encontraba solo en las simas que creía vírgenes, luchó  como un animal acorralado y comprobando que ni con toda su fuerza y desesperación sería capaz de hacer brotar ninguna lágrima de mis ojos, agotado por la lucha, se retiró vencido. La noche pareció volverse de un negro incandescente y de la tierra emanó un aliento gélido que anticipaba la lluvia. La luz fantasmal palpitó. Entonces, con un pequeño gesto, la dama de la ventana, exhausta, me invito a subir a su habitación.



sábado, 7 de abril de 2012

Rojo de lluvia